¿Así que quieres ser coach»

Hace unos días, volví a leer un poema del escritor Charles Bukowski que se llama “¿Así que quieres ser escritor?”. No pude evitar relacionarlo con la industria del coaching empresarial y la extrapolación nació de forma natural:

“si no comprendes la psicología y el comportamiento humano,

si no entiendes cómo funciona la organización en la que trabajas,

 si no tienes la experiencia necesaria para entender personas, procesos y tecnología,

a pesar de todo,

no lo hagas.”


Lo que nació como una industria para solucionar un problema dentro de las organizaciones —la falta de integración de los individuos— se terminó convirtiendo en parte del problema y, en lugar de solucionarlo, lo terminó empeorando. Las consecuencias eran inevitables: no se puede resolver un problema si no se tienen las herramientas adecuadas para lograrlo.

¿Cómo se puede ayudar a las personas a entenderse si uno mismo no se entiende? ¿Cómo se puede resolver un problema si se carece de la experiencia necesaria para entender los factores intrínsecos a las personas y las organizaciones? ¿Cómo se puede ser coach empresarial si los únicos requisitos son ponerse uno mismo el título y terminar un curso de 12 semanas por correspondencia?

Ser coach empresarial no significa regalar frases como si fueran caramelos en una fiesta. Ser un verdadero coach significa conocer cómo funcionan las energías que influyen en las dinámicas de la psicología colectiva, cuáles son las características emocionales de los individuos, cómo funcionan y qué rol tienen los procesos de negocio, cuál es el papel de las herramientas tecnológicas, y cómo se integra de forma eficiente esa triada: personas, procesos y tecnología.

Ser coach empresarial es —sobre todo— entender que los mecanismos de soporte psicológico que tienen las personas no se pueden cambiar con un seminario, con palabras bonitas ni con KPIs.

Ser coach es, por supuesto, comprender que la empatía —elemento estructural en sus eslóganes de venta— no se puede enseñar a quien no puede aprender.

El trabajo del coach empieza cuando uno conoce el entorno donde va a realizar su trabajo: ¿cómo puedo generar valor si no tengo la menor idea de las dinámicas de energía que están alrededor de mis clientes? La respuesta es simple: no se puede.

El coaching empresarial no es un trabajo de esperanza, es un trabajo de resultados.

Mientras sigan con esa actitud tenaz de intentar romper las leyes de la física —tirar la piedra y esperar que se quede suspendida—, el trabajo del coach seguirá replicando el comportamiento de un hámster: darán vueltas interminables sin encontrar la salida.

Lastimosamente, el coaching empresarial es, en las condiciones actuales, una profesión hermosamente inútil.

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